viernes, 30 de octubre de 2009


“Estamos en un período de reflujo en las luchas del movimiento estudiantil” dicen varias agrupaciones políticas en los distintos espacios universitarios. Los análisis son variados, sin embargo, no son excusa para deshacer el trabajo y la experiencia acumulada al calor de las movilizaciones. ¿Las mallas curriculares están pensadas en el desempeño social de las carreras? ¿El mecanismo de ingreso (P.S.U.) ya no es elitista? ¿La educación dejó de ser un privilegio y pasó a ser un derecho? ¿La educación pública está al servicio del pueblo? Si la respuesta a estas preguntas es negativa –y lo es– no se justifica la poca participación estudiantil de este año.

Razones no faltan para movernos, y en medio de todas estas problemáticas el conflicto que emerge de manera más concreta y urgente es el alza de aranceles que afectará el bolsillo de todas nuestras familias. Este aumento es siempre justificado por el alza del IPC (Índice de Precios del Consumidor), pero aunque este año el IPC fue negativo (-1,1) los aranceles, lejos de bajar, subirán groseramente (se habla de entre un 14 y un 18%). O sea, otro gasto que se suma al que diariamente realizamos en materiales de estudio, ropa, comida, transporte, techo, entre varios otros, todo indispensable para desarrollar una vida digna.

Ante todo esto, la FECH se ha limitado a mandar informativos sobre lo perjudicial que sería la continuación de las alzas y a redactar una carta al Rector en la que señala la necesidad de congelar los aranceles. Iniciativas que, si bien necesarias, son completamente insuficientes si lo que buscamos es incidir de verdad en esta nefasta práctica de autofinanciamiento, pues chocan contra una institucionalidad muy poco democrática y una triestamentalidad ficticia expresada por ejemplo, en el Senado Universitario. Por otro lado, no es mucho lo que podemos esperar de una mesa directiva FECH copada por el reformismo y alejada de los estudiantes de base, sin capacidad de convocar en forma sincera y desde abajo a un proceso de lucha real.

Sin embargo, en la otra vereda podemos mirar los últimos sucesos en la U. de Conce, en donde l@s compañer@s acaban de dar una lucha ejemplar. Tras un mes y medio de movilizaciones lograron el congelamiento de aranceles por tres años y que desde el 2012 se aumentarán los aranceles de acuerdo al IPC del momento. También se disminuirá el costo de la matrícula en un 30%. Ambos beneficios para todas las generaciones. Lo que además muestra la posibilidad de movilizaciones en el segundo semestre y no sólo en la temporada otoño-invierno.

Entonces, el llamado es claro: la Universidad de Chile se está privatizando hace años y, mientras más se retrasen los procesos necesarios para detener esta tendencia neoliberal, más serán los derechos perdidos y mayor tendrá que ser la fuerza de la respuesta estudiantil. Si bien el ejemplo de nuestr@s compañer@s en Concepción está todavía lejos de transformar el sistema educativo de nuestro país, el congelamiento efectivo de los aranceles es sólo el primer paso hacia la restitución de nuestro derecho a la educación. Es desde estas pequeñas demandas que debemos ser capaces de tensionar la mercantilización de la educación hacia la gratuidad, el acceso igualitario, la triestamentalidad real y la socialización de la educación. Se trata, pues, de transformar nuestra casa de estudio en una institución al servicio de las mayorías, en una universidad que realmente sea de todos.
Un movimiento estudiantil que no es capaz de dar la lucha por demandas concretas y urgentes, no puede pretender levantarse por cambios de fondo. Urge la organización, urge la participación activa, urge la solidaridad, urge nuestro compromiso con los excluidos y oprimidos por el Estado y el Capital.

Arriba lxs que Luchan.